lunes, marzo 27, 2006

Mañana

Este es un cuento de Juan, amigo y compañero de letras.
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Tomaré un baño con agua tibia, estaré un buen rato bajo la ducha tratando de hacer pasar toda la modorra por el sumidero, iré a mi cuarto, buscaré ropa limpia que haga juego con los alegres colores que tiene la mañana; me vestiré con algo de prisa; dejaré desnudos mis pies. Saldré de mi habitación con el cabello mojado y desordenado, mis pies descalzos sentirán la textura y la tibieza del piso de parquet y también las frías patas amarillas de la mesa del comedor donde tomaré desayuno. Comeré sólo lo suficiente: un poco de pan y algunos sorbos de café, quiero sentirme ligero. Mis pies inquietos se balancearán por debajo de la mesa como lo hacen los niños mientras mi cuerpo ingiera aquellos alimentos; al terminar dejaré la mesa regada con migajas de pan y talvez un par de gotas de café, regresaré a mi habitación y vestiré mis pies para poder salir a la calle; buscaré dinero en el cajón de mi escritorio, meteré a Hesse en mi mochila, también lápiz y papel, cerraré la cremallera de mi equipaje y lo colocaré en mi espalda. Con mis dedos haré lo posible para acomodarme el cabello, saldré del dormitorio, cruzaré la sala y llegaré hasta la puerta; ésta se abrirá lentamente y yo me veré obligado a cerrar los ojos cuando la luz clara e intensa del sol golpee mis pupilas; pero luego de un instante mis párpados se desplegarán ampliamente para poder abarcar el mayor espacio posible.
Ante mí, parado en el umbral de esta casa, con la mano izquierda tomando la manija de la puerta, se presentarán las casas de dos pisos y colores suaves, se presentarán los jardines de pasto fresco y firme; también las flores en medio de los jardines, brillantes e intensas, hermosas como las frutas que coronan, apetitosas, un pastel. Algunas gentes también mostrarán sus mejores formas y sus pocos colores al pasar delante mío.
Un viento frío pero agradable alborotará nuevamente mi cabello; entonces, mis ojos movedizos volverán a pasar por todos los rincones que alcance a ver tratando de grabar en mi memoria todos los colores posibles; mi nariz se esforzará por percibir cada uno de los perfumes; mis oídos se afinarán y llegarán a oír hasta el lejano rugir de los autos que pasan raudos por la avenida; finalmente, miraré el cielo que estará contento al verme; cerraré la puerta. Saldré.

1 comentario:

|_Bonny_| dijo...

Fantastica la descriptiva!!!!