sábado, noviembre 20, 2004

Entre sus dedos

Con su mano derecha sostenía un pañuelo rojo que apoyaba en su cabeza. Sonreía, como nunca antes había sonreído en toda su vida. ¿Por qué lo hiciste? -preguntó enfadado Rafael- ¿Quién te has creído que eres? Maldita sea... Eres una imbécil. Rafael, como siempre que se ponía nervioso, no pensaba bien en lo que decía y por lo tanto no le atinaba a las palabras correctas. Sin embargo, no se daba cuenta, y la verdad, eso ya no importaba en ese momento. ¿Y por qué no hacerlo? -respondió dulcemente Sofía- Es mi vida, puedo hacer con ella lo que yo quiera, o no? Y no creo que sea una imbécil, tonta a la final, pero imbécil no. Sofía conocía lo suficiente a Rafael para saber que estaba nervioso y que por eso la había insultado. También sabía que Rafael no tenía la más mínima idea de qué hacer en ese momento. Sonriendo le soltó la mano y mientras acomodaba el pañuelo con su mano derecha llevó la izquierda a su boca, plantó un beso en sus dedos y llevó estos a la boca de Rafael. Por la mejilla de Sofía rodó una lágrima. ¿Sabes algo? -habló Sofía- Te voy a extrañar más de lo que imaginas. Sus ojos se cerraron a la par que su cuerpo se desplomaba en el suelo. Todavía sostenía entre sus dedos el pañuelo rojo... rojo sangre.

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