jueves, diciembre 16, 2004

Un despertar diferente

Ese día se levantó dejando a su mente todavía acostada en la confortable cama. Caminó al baño y sus pasos se quedaban rezagados detrás de ella. Mientras se lavaba los dientes, observó su rostro frente al espejo y se dio cuenta que no era el mismo de siempre, algo nuevo tenía, o peor aún, algo faltaba. Con la boca espumosa por la pasta se detuvo, el agua salía a chorros del grifo sin cerrar, su mano izquierda estaba posada en la llave, inmóvil. Vio sus ojos, seguían ahí; su nariz también; su boca y sus orejas se encontraban exactamente en el mismo lugar. Su cabello, que había teñido de caoba el día anterior se encontraba como todas las mañanas, despeinado y desarreglado. ¿Qué faltaba? se preguntaba Verónica. Siguió con su rutina y a las 8y30am salió de su casa, rumbo al trabajo. Su ser se encargó de cerrar con llave las dos puertas ya que ella se apresuró a coger el carro. Llegó a la oficina tan apresurada que casi se golpea contra su colega, pero pudo esquivarla justo a tiempo. Sin embargo cuando se disculpó ella no le contestó y siguió caminando. "Ha de estar contra el tiempo" pensó para sí misma. Se ubicó en su cubículo y se extrañó al no ver la cantidad usual de papeles encima de su escritorio de cosas por hacer, por revisar y por despachar. Recordó que era viernes, día de pastelillos en la cafetería, así que se levantó y se dirigió a la misma. Paró en el bebedero para tomar un poco de agua y fue ahí cuando se dio cuenta. Ya comprendió lo que le faltaba, al ver el tablón de noticias frente a ella. Porque no le faltaba alguna parte de su cuerpo, sino todo en su totalidad. Ya que había un cartel que rezaba "Que descanse en paz nuestra querida Verónica".

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