domingo, agosto 28, 2005

No. 1

Era una fria manana de Agosto, y dos cuerpos reposaban del buen amor en una cama olvidada por el paso del tiempo. El viento acometia contra el techo de paja y el ambiente glacial del paramo se dejaba entrever con sonidos andinos traidos por el viento desde remotos lugares.

Ella miraba al semental que tenia a su lado, recogida por la miseria y resignada a compartir el lecho por algo de comer. El descansaba su hombria mientras rumiaba maiz tostado. Mientras descansaba iba apretando los senos tullidos de la paisana con desden y desencanto.

Los ojos secos de tantas lagrimas vertidas, causadas por el dolor y la miseria no dejaban que ella reflejara sus emociones. Desnuda y pequena sobre la cama no podia pensar en otra cosa que en sus hijos, acurrucados en una choza lejana, esperando a la mama a que regresara con la comida que habia prometido. El perro lloroso vigilaba a los guaguas al regreso de la amita.

En ese momento ella sentia un odio pegajoso e indeciso que reptaba por su estomago y desembocada en la dura garganta de palo. Sus ojos se volvian pequenos y menudos, buscando algo a su alrededor sin encontrarlo. Sus manos tantean al azar objetos que no encontraba.

El indio dejo de masticar por un momento su maiz tostado y comenzo a bostezar. Ella puso atencion e hizo silencio. Era cuestion de minutos para que el indio cayese en el sopor de la tarde. Aguanto la respiracion, se limpio la cara y se quedo quietita, muy quietita, como cuando de pequena jugaba a las escondidas con los paisanos amigos en el unico parque que tenia su pequeno pueblo.

El indio habia dejado su cabeza estirada hacia un lado, la boca abierta que dejaba escapar un largo y sonoro ronquido. Ella levantandose fue, parandose fue procurando no hacer ruido. En ese momento ella penso en tantas cosas, en cosas que el curita decian que eran meritorias de llevarles derechito a la paila del infierno, donde el Gran Cachudo les picaba con un tridente grandototote.

Fue vistiendose rapidamente, procurando que el no se diera cuenta. Agarro la mercancia pactada por su cuerpo y salio de la choza, rapidamente, tratando de no ser vista por sus vecinos...

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