lunes, mayo 01, 2006

La suicida

Agarró la pluma, acercó el papel. Con furia comenzó a escribir palabras, a garrapatear oraciones. Sentía rabia, sentía enojo. Quería que ese papel se transformara en ese ser que le había hecho daño, quería agarrarlo con sus manos, aniquilarlo fríamente.
Lágrimas rodaban por el papel, y Dora las apartaba con la mano. El contacto de los dedos con la lágrima conjugados al papel formaba una mancha espantosa sobre lo que había ya escrito. Pero la verdad, poco le importaba ensuciar lo que estaba escribiendo. Nadie nunca lo leería, nadie jamás se enteraría.
En esa carta se despedía del mundo, de él, de ese imbécil que la había traicionado. A sus veinte escasos años, no podía comprender aún que este mundo está hecho de experiencias, de caídas y de errores.
Terminó la carta con un garabato trágico, una firma colosal. Se asomó por la ventana del quinto piso del edificio donde vivía. Siete segundos más tarde, una decena de personas rodeaban su cuerpo inerte, frío y deformado. La periodista de turno comenzaba a elaborar una redacción: "Joven acaba con su vida tirándose de un quinto piso y deja una carta"
Pero su vida estaba terminada mucho antes de escribir la carta.

2 comentarios:

Jorge Luis Pérez Armijos dijo...

Chuta. Harto drama el de la man. Cualquiera agarra el papel i lo quema...

|_Bonny_| dijo...

Hahaha!