lunes, octubre 03, 2005

Frankie es una pelusa

Su nos ha escrito a nuestro mail y nos ha compartido el siguiente cuento. Gracias Su...


Frankie es una pelusa que quiere explotar mi casa. Explotar mi casa. Explotarla. Se agacha, y justo debajo de mi mesa, se aferra a las telas que envuelven mi cuerpo y se ríe. Y flota, Frankie quiere ser un chico, se encoge, da brincos. Frankie no me pertenece. Carson la puso en su caja y yo la tomé prestada. Si ella lo descubre, si sabe que yo hurgué en su caja, entonces quizá quiera darme una paliza. Frankie furiosa, Carson furiosa, ella pegó sus mejores dibujos en las paredes de su casa. Ocurre que cuando el día acaba, Carson se sienta a escuchar las lecciones de trompeta de sus amigos de fuera de la caja y casa, y deja que Frankie descanse en la hamaca que los granos de polvo le procuran entre sus cuerpos. Y Frankie suele quedarse, quietecita, aletargada en el espacio que las partículas le hacen, y no se mueve nunca, pero el reloj que tiene perdido en sus fibras sigue corriendo, y le cuenta
que Carson ha cerrado los ojos y sólo busca sonidos
que los granos de polvo son viejos, cadáveres, espectros
Y Frankie deja que el reloj se acelere, y ella vibra, y como a Carson, sólo le importa sentir el latido de sus manecillas-canciones internas. Su reloj ya no es reloj, es el dibujo de una bomba que Carson pegó en la pared para señalar el norte de su caja y casa. Y Frankie se levanta, los huesos del polvo muerto cadáver espectro se desintegran, Frankie tiene una bomba en el pecho, y yo destapo la caja y casa de Carson, y Frankie salta y se ríe y se oculta entre mis piernas. Pelusa. Carson se desintegra en el polvo de los cuadritos de sonido de la trompeta, que no vio, quietecita, partículas de chica que en el fondo quería ser chico. Ahora Frankie explota mi casa.
Y yo cuento

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