La noche se agazapaba lenta y misteriosamente sobre la penumbra de quienes se apostaban fuera de las calles. La sombra de Katrina se proyectaba gigantescamente sobre las paredes sin terminar. La gabardina de cuero ejecutaba una danza misteriosa con el viento que comenzaba a nacer una noche de mayo por la capital.
Comenzaba la epoca donde el frio, la noche y la miseria se conjugaban. Y Katrina no podia sentirme mas contenta. El frio, la noche, todo se confabulaba para poder perseguir sus mas obscuras intenciones.
Alicia caminaba rápidamente por la calle, tratando de llegar a salvo a su casa. A pesar de su corta edad, sabía lo peligroso que era exponerse cuando el sol se ocultaba.
Katrina observaba sus pequeños pasitos desde lo alto de la catedral. Sonrió. Y mostró sus feroces fauces a la luz de la luna pálida que comenzaba a llorar una muerte prematura.
Fue rápido, lento y suave, como una fina tela fácil de cortar. Con un rápido movimiento aterrizó frente a Alicia, que dejó caer un puñado de monedas. La agarró por el cuello y sin piedad atacó a la pequeña, que dejó hacerse indefensa, inútil. Dejó caer el cuerpo, recogió las monedas y se abrochó un botón de la negra gabardina de cuero, que había dejado de jugar con la trágica noche que se despedía.
1 comentario:
Es una satisfacción para Bob ver como se reproduce la literatura, en esta red infestada de Egolatría barata, ustedes ayudan al saneamiento de la palabra.
Si alguna vez,
nuestra voz deja de escucharse
piensen que el bosque habla por nosotros
en su lenguaje de raices
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