El maquillaje fuerte la hacía resaltar entre las demás,
la noche le daba la bienvenida a su reino,
aquel de las ilusiones de minutos.
El rubor no oculta el paso del tiempo que no perdona,
son muchos amaneceres con el viento en el rostro,
esperando no regresar a casa con las manos vacías.
El sol se asoma diciendo que es hora de volver,
volver a seguir con la rutina,
a dormir mientras los demás apenas despiertan...
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